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CENA -¿Cómo afecta a tu peso corporal?

La cena es la última comida del día, consumida por la noche. A menudo se asocia con algo innecesario e incluso con un impacto negativo en nuestro peso corporal. Por lo tanto, es común encontrar personas que, al intentar cambiar sus hábitos alimenticios, eliminan por completo la cena. Existen muchas opiniones controvertidas y contradictorias al respecto, pero, ¿cuál es la verdad?


Mujer sola con copa de vino mirando la cámara

Comencemos por entender cuándo y por qué ganamos peso.


Cada uno de nosotros tiene un requisito energético diario individual. Su valor depende principalmente de nuestra altura, peso y actividad física. Cuanto menores sean nuestras cifras y cuanto menos activos seamos, menor será nuestro requerimiento de energía. Y viceversa, si tenemos un cuerpo más grande y somos más activos, nuestro requerimiento será mayor.


En resumen, el requerimiento energético es la cantidad de calorías necesarias para mantener nuestro peso actual. Esto significa que si queremos perder peso, debemos reducir la cantidad de calorías que consumimos. Y viceversa, si queremos aumentar de peso, debemos ingerir más calorías de las que requiere nuestro cuerpo.


Una vez que hayamos establecido el equilibrio calórico final, al determinar la cantidad y el momento de las comidas durante el día, debemos hacerlo basándonos en este equilibrio. Esto significa que la suma de todas las comidas que consumimos debe proporcionarnos la cantidad de calorías y macronutrientes planeada previamente. Si no excedemos nuestro equilibrio, no engordaremos.


Entonces, ¿la cena te hará subir de peso? No, si está planificada y se incluye en tu ingesta diaria de alimentos.


¿Y cuál es el impacto de la cena en el bienestar, la salud y la calidad del sueño?


No olvidemos lo más importante: la salud. La cena se diferencia de otras comidas principalmente porque se consume tarde, cuando nos preparamos lentamente para dormir.


MITO: ¡La cena debe ser servida a las 6 p. m. como tarde!


HECHO: La hora de la cena debe adaptarse a la hora a la que nos acostamos. Lo mejor es comerla de 2 a 3 horas antes de dormir.

La cena no debe consumirse justo antes de acostarse, ya que esto estimula el cuerpo, proporcionándole comida para digerir, lo que afecta negativamente la calidad del sueño y prolonga el proceso de quedarse dormido. Sin embargo, el extremo opuesto tampoco es bueno, y si cenamos demasiado temprano, es probable que nos acostemos con hambre.




Este plato no debe ser alto en calorías, pesado ni grasoso. Al planificar las comidas, debemos tener en cuenta este hecho y asignar menos calorías para la cena que las que consumimos en el desayuno o el almuerzo. De esta manera, mejoraremos nuestro bienestar y disfrutaremos de un sueño más profundo.






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